naufragio

Poema

Poema

Yo no quiero acabar como mi padre:
con típica altivez adolescente
algunos personajes de película
(o, en la vida real, personajillos)

proclaman, convencidos por completo
de que sin duda alguna ellos merecen
mejor suerte que su progenitor
(que, un poco -pensarán-, se la ha buscado).

Lo malo es que los años te atropellan
y a veces llega Dios y da la hostia
(y lo hace como siempre por sorpresa

o sin dejarte tiempo de encajarla
-de lo contrario no sería hostia-)
volviendo el fatuo alarde inútil súplica:

No quiero que mi padre acabe así.

La lección de Armancia

La lección de Armancia

Para que no se tome tan a pecho
los fatuos comentarios que se siguen
de la celebridad del aristócrata,
Armancia advierte a su estimado Octavio:

¿Pretende acaso hacer que un mentecato,
sólo por el honor de hablar de usted,
acierte a decir cosas ingeniosas?
-cito de la novela de Stendhal-.

Independientemente del propósito
los necios siempre dicen necedades
por más que elijan temas distinguidos.

De lo que en la sentencia nos concierne
algunos de nosotros deberíamos
sacar la pertinente conclusión:

normalmente es mejor no abrir la boca.