naufragio

Amargo Armisticio


Amargo armisticio

Ayúdame a firmar este amargo armisticio:
es hora de reunir las fuerzas que no tengo
para hacer el recuento que ofrezca el resultado
veraz, y no me queda claro tras redactar

el infinitamente largo parte de bajas
si acabo de rendirme sin condición alguna
poniendo mi cabeza a merced del verdugo
-ejército que exhausto sucumbe al fuego amigo-

o de ganar la última batalla encarnizada
-tropas de ocupación en su propio terreno
que logran confiscar como únicos despojos

arcones que atesoran polvo, huesos, cenizas,
vasta tierra quemada, patria irreconstruible,
perdidas posesiones antaño solariegas-

de una perpetua guerra civil contra mí mismo.

Ausencia e insomnio


Ausencia e insomnio

Has dejado esparcida por la casa
tu ausencia como prenda de un empeño
que no devolverás y sin embargo
impide que se ocupe tu lugar.

No sé si no te has ido o si ya estabas
antes de estar y sigues donde siempre:
un inmenso escotoma negativo
quizá capaz –si desapareciera-

de alumbrar con vestigios de victoria
este sombrío campo de batalla
que emborrona un demonio en las paredes

que observo desde el lado de la cama
que no oso traspasar pues aún confío
en volver a escuchar cómo te quejas

por llevarme tu parte de la sábana.

Ars cinemática

 


Ars cinemática
Qué facil que lo tuvo Andrei Tarkovski
para llevar a cabo Sacrificio
y qué escasos los méritos de Bergman
respecto a El manantial de la doncella.

Molander, Dreyer, poco se esforzaron
al trasladar al cine La palabra
de Kaj Munk y tres cuartos de lo mismo
Luz silenciosa, de Carlos Reygadas,

el segundo episodio para el díptico
El amor, de Roberto Rossellini 
o el santo a su pesar de Edward Dmytryk.

La fórmula consiste en persignarse
proclamar luces, cámara y acción
y esperar a que Dios obre el milagro.