naufragio

Consuelo

 

Consuelo

El tiempo, la hipoteca y la costumbre
-una vez que se ha vuelto el titilante
rescoldo de pasión grito de auxilio
lanzado en una cámara anecoica-

les hace continuar; uno es consciente 
de que en su corazón, molde bivalvo
que nadie se encargó de rellenar, 
no habitan ni las sierpes becquerianas

y el otro no recuerda desde cuando 
prosiguen como grises funcionarios
a sueldo del amor: aunque ambos sepan

que no logran llegar a fin de mes
les queda la certeza de que al menos
el mes que viene acabará llegando.