naufragio

Frío

 


Frío

El gato duerme al borde
de nuestra cama:
yo meto un pie debajo
de sus entrañas
y el otro, en recompensa,
le hace de almohada.

Así afrontamos juntos
-confianza vana-
los miles bajo cero
grados que alcanzan
dos almas arrecidas
desde tu marcha.


Perdón


Perdón

No te mereces todo este calvario
que te hecho padecer y sé que es triste
-que te has ganado el cielo que no existe-
ser causa del rumor del vecindario.

Si tengo un corazón, el del sicario:
yo te advertí, y te lo tomaste a chiste,
-te abrí la puerta pero no te fuiste-
que soy más de maleta que de armario.

Y, créeme, te juro que lo siento,
que hubiera preferido estar atento
y no dejar sangrando esta sutura:

haber estado, igual que tú, a la altura;
saber querer sin dar con todo al traste
y ser mejor que el que por mi dejaste.