Three little birds
En el portal, las patas hacia arriba
-salí corriendo, a oscuras y en pijama-,
aquellos pajarillos de Bob Marley
que cantaban que no hay que preocuparse
por nada ya que todo saldrá bien:
así se pasa en un irreversible
traspié que no se pudo ver venir
de la felicidad al infortunio.
Las noches tras tu marcha se repiten:
los libros en tu lado de la cama
y el gato de brasero entre los pies.
Los legítimos dueños de la casa
me ofrecen a su abrigo, de consuelo,
un hueco atemperado en su colchón
y un triste verso en que caer rendido.

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