En breve cumpliré cuarenta y cinco
consciente como soy de la patética,
vetusta inmadurez que va agostándose
y de que en los asuntos de la vida
apenas acumulo la experiencia
-de proporción inversa a lo leído
o casi a lo que quede por leer-
de un fatuo marinero de secano.
Aquí pasan las horas y los días,
semanas, meses, años proyectándose
como un time-lapse tomado en el desierto
(quiero decir -lo sabes- los momentos,
ahora tan frecuentes, que en tu ausencia
olvido que nací en el dos mil once
y hago cuarenta y cinco el veintitrés).
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