Dulce condena
Condenado a vagar sin rumbo, dando
-¿la meta es este errático destino?-
tumbos a un lado y otro de la vía,
cediendo a cada paso al desaliento
(mis dientes dejan contra la calzada
-piedra de toque- muescas que, al borrarlas
la sangre -haciendo de ácido nitrítico-,
revelan un valor irrelevante)
y a espera del momento subsecuente
en el que como siempre (redentora
de todos mis tropiezos y caídas:
rayo de luz después de la tormenta
-llegados a este punto tu asistencia
soporta las metáforas trilladas-)
restaures con la tuya mi sonrisa.
